El mayor daño que nos pueden hacer es el que nosotros mismos nos provocamos. Todo está en la mente.
Nos ilusionamos, soñamos despiertos, tenemos fe, nos confiamos... ¡y zas!. Otra vez la rueda de la fortuna, ese círculo vicioso del que nunca salimos. Me siento mareada de tanto dar vueltas, porque cada nuevo día, mi vida cambia 360º, se pone del revés, se ríe de mí. Me humilla, y lo peor de todo es que soy yo la causante de todo. Soñar es gratis, pero las desilusiones cuestan muy caras.
Soy mi peor enemiga, la que menos me quiere, la que más me juzga. Caray, esto, jamás lo había entendido. Pero hoy por fin he abierto los ojos, es mi culpa, por ser tan soñadora. Sé que debería elegir sueños más accesibles, menos imposibles...
Pero soy así y eso es algo contra lo que no puedo luchar.
María.
2 comentarios:
Yo creo que si estamos aquí es para cumplir nuestros sueños, para ser felices.
¿Qué la caída duele? Sí, pero ya se sabe: quien no arriesga, no gana.
Me gustó tu entrada.
Un beso María =)
Gracias de nuevo por tus consejos :)
Son muy valiosos.
Un besazo!
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