Mirando desde lejos el mundo

A mi corta edad, (empezaré así, pues no quiero que nadie crea que sé mucho) he observado y experimentado bastante a cerca del ser humano y de todas sus actitudes. No es que yo no me considere "ser humano" ni que me crea por encima del resto. Soy la más humana donde las haya, y con todo lo que ello conlleva. Únicamente quiero alejarme del mundo y verlo desde fuera. Para comprenderlo, para comprenderme. Para cambiarlo, para cambiarme.

He escuchado eso que dicen del amor. Y no lo veo lógico. Pues cambia según las personas. O las personas cambian según el amor. Todavía no lo tengo claro.
 Pero lo que sí sé respecto a ello es que no elige, ni tiene respeto por nada ni por nadie. Destroza a su paso, dejando ese amargo sabor a café. Ese que más tarde termina enganchando. Los humanos, a veces, confunden amor y odio, y cuándo eso ocurre, estalla la guerra. Lo que no saben, es que al final solo queda eso: amor destrozado por algo tan inútil como la cobardía.
 Hay personas que confunden amor con la imagen comercial e idílica que nos han hecho creer, corazones desdibujados en busca de sentido. Hay locos enamorados. Y locos en busca de amor. Hay amores de un día. Y también de una vida entera. Aunque prefiero pensar, y lo digo en mayúsculas, sin complejos, sin prejuicios: "Si el amor es el de verdad, es eterno". También hay amor no correspondido. Y amor imposible. Existen muchas clases de amor, y nunca se siente lo mismo por una persona que por otra. Por lo cual, la conclusión que saco respecto a este sentimiento, forma de vida y esencia de la misma, que, por lo que poco que sé, no tiene ningún sentido. Pero¿es que acaso algo de este mundo tiene sentido?. Supongo, que al final, el amor es la raíz de todo y el final de todo. Y a pesar de ser una romántica irremediable, a pesar de afectarme las constantes burlas y piedras que lanzan contra el amor... a pesar, de que casi lo extingan los mismos que lo crearon... sigo creyendo ciegamente en él. Sé que todo tiene fin, y aunque me tachéis de soñadora: el amor es la excepción.

Siguiendo el recorrido de un dedo por la espalda , llegamos a los sueños. Aquello que aspiramos, aquello que los humanos anhelan como si alguna vez lo hubieran poseído. ¿Que decir de los sueños si no son más que la luz de una estrella ya apagada? Si sólo es la magia de los que creen. Eso que vemos cuándo ya no vemos. Desde lejos ya no veo la luz de los soñadores. Creo que se fundió de tanto esperar. Aunque, mirando bien, todavía está la tenue pero brillante luz de una vela. A veces me parece que es en signo de luto.Y otras, la incansable lucha de unos cuantos. Sea como sea y aunque la sociedad se empeñe en apagarnos... siempre quedará espacio y libertad para aquellos, que como yo, no estén dispuestos a renunciar  a lo que son y a lo que desean hacer por encima de todo. Sólo si crees en ellos, podrás crearlos.

Aunque sea tarde, quiero seguir con este viaje por el mundo, como si yo no formase parte de él. Como si sólo me hubiese dedicado a observar todo este tiempo. Aunque quizás haya sido un poco así. Veo la esperanza que guardé anteayer en el ático. Lo guardé junto a los secretos inconfesables. Los he dejado libres y he observado unas cuántas cosas sobre la vida. Que gran descubrimiento.

La vida es un cúmulo de cosas que no tienen ningún sentido. A veces, creemos que la vida es lo peor que nos ha podido pasar. Y otras gritamos lo dichosos que somo al tener esta gran oportunidad. Unas veces cantamos al sol y otras veces amamos la luna. La vida nos enseña que no somos nada, pero que este "antro de mala muerte" sería menos sin nosotros. La vida nos da la libertad que queríamos, pero nos demuestra que no siempre lo que queremos es lo que necesitamos. Nos da, nos quita, nos regala, nos abraza, nos traiciona, nos besa, nos ayuda, nos mira, nos ignora, y al final nos mata. La vida es eso y sólo eso. Andar descalzo a pesar de los cortes. Aprender de cada golpe, y levantarse tras la caída. Quizás no os cuente nada nuevo, sé que esto ya lo sabéis. Pero quería viajar. Porque no siempre saber es lo mismo que conocer.

Podría hablar del esfuerzo, de la rutina, del odio, de las desgracias, de los accidentes... podría hablar de lo que esto causa en los humanos. Podría. Pero no quiero alejarme para ver esto. Se supone que cuando alguien se aleja es para apreciar mejor algo, para verlo todo más claro. No quiero ver el mundo como algo triste, aunque casi siempre me lo parezca. Quiero creer que hay algo detrás de las apariencias, y que lo esencial siempre es invisible a los ojos.

Por último hablaré de la muerte. Pero será breve. Muy preciso. La muerte forma parte de la vida. Duele.
Y nunca, hasta que lo experimente, sabré que hay tras ella. Sólo diré que quien quiera ser eterno de verdad, que ame y deje huella en los demás. Que sueñe y que ame con todas sus fuerzas. Porque aunque los sueños no se cumplan, y el amor no siempre se dé... es lo único que permanece. El aroma del mundo, los latidos de la tierra, la esencia de la existencia. El todo y el nada.

Finaliza ya el viaje de esta noche de Febrero. Ahora ya entiendo algunas cosas, aunque muchas se me escapan y otras, sinceramente, prefiero ignorar. Ahora, con mis dieciséis años, quiero dejar de observar para vivir, quiero amar para ser eterna y quiero soñar sin fronteras. Y aunque siga siendo la misma llorona, "cobarde" con esperanzas de poder, algún día, no fracasar como hasta ahora... Creo que quiero aprender y desaprender todo. Quiero vivir los momentos en los que me sea permitido reir, y llorar cuándo no vea ninguna vela. Quiero equivocarme sin ningún "te lo dije". Quiero encontrarnos y crear momentos indescriptibles. Quiero encontrar a personas que me hagan feliz, y sonreír a aquellas que no me quieran. No quiero que nada se me escape. Y sobre todo, quiero reflejarme algún día en los ojos de un abuelo charlatán que no haya perdido el brillo en los ojos, el amor en sus vidas y la vida en los años.


¿Sabéis? Creo que hay velas que nunca se apagan, y que pasan a ser estrellas.


http://www.youtube.com/watch?v=JArsP7o_ZhE&feature=related

Puede ser...






María.