Seguidores

sábado, 28 de abril de 2012

Sé correcta

No sé si disculparme por volver a escribir, o por dejar pasar tanto tiempo sin hacerlo.
Pero no he tenido en cuenta a nadie, quizá sea eso lo que ha cambiado.

No sé muy bien qué me impulsa a escribir, supongo que es una manera de sentir que lo que hago tiene algo de sentido, para desmentir la verdad, para desdibujar mi historia. O quizá escriba para dibujarla, para atraparla, para no sentir que el mar borra mis pasos, como hacía anteayer. No sé, y cuándo me preguntabas porqué, yo nunca tenía la respuesta adecuada. Pero hoy, precisamente me impulsa a escribir mi desorden, mi pequeña venganza guardada hacia lo correcto y lo adecuado.

Cumple, obedece, no llores, sé fuerte, sonríe aunque no te apetezca, sé amable, ponte recta, ¡la espalda, rígida!, la cabeza mirando al cielo, ¡deja de mirar al suelo!, no camines arrastrando los pies, camina como si alguien te estirase de la cabeza, tan ligera como una pluma, pa-ta-ta, ¡sonríe!, no pongas la música tan fuerte, no leas en voz alta, silencio, ¿qué te pasa? ¡No pongas esa cara de muerta!, compórtate como un adulto, el aparato todas la noches y tu sonrisa será preciosa, no te pierdas, no te quedes mirando tan fijamente algo, no falles, ¡aterriza!, diferencia los sueños de la realidad, no te pongas metas tan inalcanzables, ¡claro que existen los imposibles!, estás loca, completamente loca, ordenate, planifica, esconde, que nadie vea que eres débil... querrán hacerte daño (...)

Y así vivimos, crecemos, "maduramos", nos ponen como ese palo que le ponen a las plantas para que crezcan rígidas. Pero claro... se olvidan de que lo primero que se necesita es agua y mucho sol. Que ante todo somos pequeñas ideas en proceso de explotar y de demostrar que estamos aquí para algo. Que nada es suficientemente improbable, que desde luego los imposibles sólo son excusas para los que prefieren resignarse. Me hace gracia, me da pena, me entristece, que siempre que ponga en boca estas mismas palabras, sonrían diciendo que sólo soy una adolescente, con miles de hormonas revoloteando a su antojo, con ganas de rebelarme y de creer e idealizar mis sueños. No es rebeldía, es intentar ser yo. Pero estoy segura de que la edad no condiciona a la locura, ni la locura a la edad. Que no es nuestra estancia en la vida lo que marca nuestra edad, sino lo vivido y como hemos reaccionado en esa estancia. Yo no sé que edad tengo, ni es mi intención saberlo, ni tampoco busco parecerme a una chica de 16 ni una de 56.
Sólo quiero ser María. Con mis manías, mi excesos y mis defectos. Con mi nombre anónimo, con mi peca con aires de mosca, con mi punto de más en el ojo derecho, con mis miedos en la espalda, con mis metas improbables, con complejos o sin ellos, con mis millones de contradicciones,  perdiéndome en cualquier parte, escribiendo secretos en el baho del espejo, hablar con las olas en Agosto, creer en el amor de forma irracional y temerle con la misma intensidad, guardar en las pestañas esa esperanza y que nunca desaparezca. No creer en las casualidades, pensar siempre que lo esencial es invisible a los ojos. Con mis moratones, con mis ojos a veces tristes, no ocultar mis lágrimas, no andar recta si me pesan las decepciones, no intentar sonreír para bailar con máscara, gritar lo que una canción dice de mi, llorar recitando un poema. Y mostrarme tal y como soy, a pesar de  parecer débil ante alguien, pues al fin y al cabo de nada sirve construir muros, si no puedes disfrutar del sol.

En realidad estoy bien, quizá sea lo más preocupante. Quizá lo que más te preocupe sea que he podido resistir a todo. Yo, esa pequeña tonta que se cae continuamente. Quizá sea eso lo más preocupante, que a veces, actuando de forma incorrecta, encuentras lo que realmente es correcto. Solo los que tienen miedo a vivir son los que actúan así. Pero te equivocas, yo no soy ninguna cobarde. 

Ahora recuerdo el pintalabios de la abuela. Era de un rojo vivo. Muy muy vivo. A nadie le quedaba como a ella. Recuerdo verla en el aseo, en su pequeño tocador. En ese espejo, en el que también había sitio para mi. Se pintaba cuidadosamente los labios, con elegancia, despacio... le quedaba tan bien, era tan preciosa. Una vez, al terminar, creo que me dijo: "Perla, la belleza, la de verdad, está en los defectos..." Me miró, sonrío y dejó el rastro de sus labios en mis mejillas. Es curioso que alguien como ella dijese eso.

Ahora añado una frase a mi recuerdo: "Y lo realmente correcto... es tener el coraje de ser uno mismo"

(Foto realizada por la autora)



María.



4 comentarios:

Imaginativa dijo...

Me han emocionado tus palabras. Rebosan madurez. Una marudez propia de una persona que sabe apreciar cada detalle que le brinda la vida. Se agradece leer textos tan cuidados y reflexivos.

Un saludo^^

María dijo...

Muchas gracias,
Yo me alegro más, por encontrar gente como tú que sepa apreciarlos.

Muchos besos :)

singanasdetenernombre dijo...

Original, fresca, espontánea... colmada de detalles. Me has sugerido curiosos recuerdos, y transportado a momentos del pasado. Una entrada genial. No podía ser menos. Auténtica.

Un beso!

María dijo...

Tú si que eres auténtica.
Me encanta verte por aquí, gracias por leerme.
Besazos!!

HTML,BODY{cursor: url("http://downloads.totallyfreecursors.com/cursor_files/lefty225.ani"), url("http://downloads.totallyfreecursors.com/thumbnails/lefty221.gif"), auto;}