Solo se oyen pasos. Pasos desconocidos. Personas ausentes. Que ni ven, ni escuchan. Personas que caminan... pero no controlan sus pies.
Yo sin embargo estoy sola... mirando como vuelan las golondrinas, sintiendo cada paso, oliendo ese típico olor a comida casera en el casco antiguo de mi pueblo. Hoy, la señora que se esconde detrás de la persiana, disimulando no estar observándome, ha hecho tortilla de patatas. Algún día dejaré de disimular que no lo sé y le saludaré, quizás así me deje probar su tortilla.
Vuelve a sonar la misma música rock que un chico escucha cada lunes a las 12.30. Creo que todavía no sabe que en las calles pequeñas, todo se oye a la perfección. Me gustaría ver su cara si se enterase de que yo y toda la gente que pasa por la calle a esa hora le escuchamos cantar con fervor todas sus canciones. Una vez, incluso, me senté y estuve un rato escuchándolo... la verdad, no canta muy bien, pero gracias a él la calle parece menos apagada. Ese chico misterioso siempre me saca una sonrisa.
Un grupo de niños que acaban de salir del colegio inundan la calle con sus risas. Me pregunto por qué se reirán. Vuelven a hablar e intento escuchar lo que dicen, pues los niños suelen tener grandes conversaciones. Discuten sobre cuándo empieza el verano. Uno de ellos dice que el verano empieza cuándo hace calor, así que ya debe ser verano y que mañana mismo se irá a bañarse. La niña de al lado niega con la cabeza, asegurando de que el verano empieza cuándo el colegio acaba.
La niña se gira bruscamente y comienza a hablar con su madre en árabe. Su madre le responde en árabe y la niña concluye la discusión con el niño diciendo "ves, tenía razón".
No puedo evitar sonreír, los niños son tan graciosos, tan verdaderos. Un anciano me saluda y me desea buenos días y yo le respondo "gracias, igualmente" con una sonrisa de oreja a oreja. Después de todo, no todo el mundo está ausente.. Un señor con un traje discute sobre trabajo por el manos libres. Parece que esté hablando solo. Empiezo a reírme, aunque enseguida sofoco mis risas. Mi camino se cruza con un gato medio dormido que se niega a levantarse para dejarme pasar... me mira con desprecio y no tengo más remedio que cruzar la calle. Ya casi estoy, oigo a mis hermanos jugar al fútbol debajo de nuestra casa. Es hora de comer.
Sé que sonará absurdo, pero ahora más que nunca, pienso en las cosas que habré aprendido en esos 5 minutos, día tras día.
María,.
3 comentarios:
Todas las cosas que aprendemos sin darnos cuenta!
Me gustó ^^
Un beso María
Yo no tengo pueblo y con esta entrada me he sentido dentro de uno ! (:
Un beso ^^
¡Muchas gracias, Chicas!
¡Sois geniales!
Un besazo a las dos.
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