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martes, 19 de julio de 2011

El gato

Un gato. Las cinco de la tarde. Calor infernal. Sol hiriente. Ni una sola brisa. Ni una sola voz. Silencio. El gato pasea con su sombra. El gato atisba un hueco donde los rayos del sol no abrasan. Se acerca con gracilidad a la puerta de mi casa. El gato, blanco con manchas marrones, tenía los ojos verdes. Los ojos verdes de aquel gato encontraron su próxima presa a los cinco minutos de haber pasado las cinco. Un pájaro inocente juega con sus alas intentando volar. Demasiado tarde. El gato mira a su presa antes de matarlo, se acerca silencioso, elegante. Pero de inmediato su apacible fachada se transforma. Se vuelve fiero, violento y se lanza al cuello de su víctima sin piedad. El pájaro no dice nada, no le da tiempo.

Sentí lástima por aquel pájaro. No era justo. A menudo nos preocupamos por el futuro, pero... ¿y si no existe futuro para nosotros? ¿Quién le diría a Clara que su final se aproximaba? 


Clara. ¿Ya he dicho lo mucho que la quería?, pues por mucho que lo repita jamás podré describirlo correctamente. La amaba y muy a mi pesar, la amaré siempre. Lo tenía todo: una familia, amigos, buenas notas, buena educación, nunca faltó un plato en la mesa, tenía lo que necesitaba y aveces incluso más. Pero tenía algo que hacía que todo lo demás temblase. Algo que nunca pensé que necesitaba. Algo de lo que muchos oyen hablar, pero pocos tienen. Amor en mayúsculas, amor verdadero, incondicional. Ese amor que dura para toda la vida. A pesar de que todo el mundo decía que estaba loco y cegado por ella, que era muy joven para saber si ese amor iba a durar para siempre. A pesar de todo, yo siempre lo tuve claro. Y cuándo correspondió a ese amor, me sentí la persona más rica del mundo. Todo lo que hice, lo hice por ella. Dejé de ser el protagonista de mi vida y empezó a serlo ella. Y cuándo se fue... algo de mí murió con Clara.

Sigo teniéndolo todo. Todo antes de que llegase ella, claro. Pero ya nada tiene sentido. Tenemos una idea equivocada de lo que significa la muerte. La muerte no es dejar de vivir. La muerte es vivir sin tener motivos. La muerte es morir cada día, hacerse invisible. Quedarse parado y ver como todo sigue.
Morir es vivir sin amor.

Ahora, me siento como aquel pajarito. La vida, silenciosa, se ha acercado sin avisarme para embestirme con la peor de las desgracias. Me lo ha dado todo y después me lo ha arrebatado. La vida se ha acercado para verme morir día a día.

La luz del sol se despide de mí por hoy. Desgraciadamente, mañana será otro día sin ti.


(Esta entrada es la continuación de esta)


María.

2 comentarios:

Imaginativa dijo...

:O Sin palabras!
"Tenemos una idea equivocada de lo que significa la muerte. La muerte no es dejar de vivir. La muerte es vivir sin tener motivos. La muerte es morir cada día, hacerse invisible. Quedarse parado y ver como todo sigue.
Morir es vivir sin amor."

Cuánta razón. Nunca podría haberlo explicado tan bien!

Un besazo^^

María dijo...

Me alegro que te guste!
Gracias y un besazo.
María.

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