Marta.

Último día de clase. Los alumnos reían, gritaban, saltaban eufóricos. Todos menos yo. La excepción, siempre la excepción. Este año las clases habían sido el mejor escondite del miedo. El miedo a la verdad. Y ahora que se han acabado las clases, me siento desnudo y la verdad me espera a la vuelta de la esquina.

Una voz pronuncia mi nombre. Busco el sonido de esa voz y me encuentro con el rostro, preocupado, de Lucía.
-¿Qué te pasa? ¿estás bien?- ¿Qué podría decirle...? Supongo que todo lo contrario a "bien".
-Sí... ya sabes, un poco nostálgico...- Le mentí.
-A... Oye...¿Vas a venir a la comida de clase?, es en casa de Javi.- Ni siquiera lo sabía. Y pensar que Javi era mi mejor amigo, pero desde que te fuiste, todo es distinto. Todo lo que creía que jamás cambiaría... ha cambiado. Ya nada es igual que ayer.
- No creo. Gracias por avisarme de todas formas, que pases un buen verano- Sonreí...o al menos lo intenté.
-Gracias, igualmente. Nos vemos el curso que viene.- Su sonrisa sí era verdadera. La verdad es que Lucía siempre se preocupa por mí, es la única que parece saber que existo.

Lucía atraviesa la clase y cierra la puerta. Ya solo quedo yo en el aula. Rodeo los pupitres hasta que llego al tuyo. Ahora rayado con dedicatorias de los compañeros. Cuánta hipocresía. Antes todos te ignoraban, estaban ciegos, y no podían admirar lo grande que eras. Yo siempre te vi, imposible no verte. Recorro con mis dedos las palabras que te escribí: "Todos dicen que el tiempo lo cura todo, pero mienten. La herida de tu perdida jamás sanará. Siempre te querré, la muerte no puede arrebatarme eso."

Alguien entra en la sala, es Marta, la profesora de arte. Le sonrío y ella recorre los pocos metros que nos separan. Me abraza con fuerza. Me da dos besos. Por un momento, me siento casi aliviado.

-Sé fuerte...¿me oyes?. Solo tú tienes la fuerza para salir adelante.- me susurra al oído. Marta es la mejor profesora que he tenido nunca. Una chica joven con el pelo negro, corto y ensortijado. Era pequeñita, y sus ojos desprendían siempre ternura. Ambos tenemos una enorme sensibilidad, lo que hacía que Marta siempre entendiera cómo me afectan las cosas. Como entiendo el mundo. Creo que ha sido el mejor apoyo para intentar "asumir" tu perdida. Digo asumir, porque ya he aceptado, que jamás lo superaré.

-Gracias, Marta. Te echaré de menos.- Una lágrima recorre mi rostro. Pero solo una. La última que me quedaba.
-Escúchame. Mírame a los ojos.- Me dijo mientras me cogía la cara entre sus manos. Miré sus ojos chocolate y puse toda mi atención en lo que iba a decir.

- No es fácil seguir. No es fácil caminar solo, encontrar las fuerzas que te empujen a seguir para delante. Y menos si estas herido, pero la vida no se va a parar porque tú te pares. Va a seguir, y va a dejar que la gente pase por encima tuya. Por eso, aunque ahora no encuentres motivos, sigue caminando. Por favor, no te quedes parado. El amor no se va con la muerte.

Iba a decir algo, pero tenía un nudo en la garganta y unas ganas horribles de llorar.

-Prométeme que seguirás caminando.
-¡¿Y dónde está el camino?!
-... ¿Recuerdas? "Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

Asentí. No pude decirle que no. Era una de las mejores personas que había conocido y sus clases de fotografía eran mi única evasión de la realidad.

Le dí un beso. Prometimos vernos pronto. Aunque ambos sabíamos que todavía quedaba un largo verano de por medio. Un verano lleno de obstáculos y de nostalgia acumulada.

(Esta entrada es la continuación de esta)

Dedico esta entrada a todas las personas que nos ayudan a seguir adelante. Aquellas que nunca olvidaremos.Gracias.




María.