La plaza está vacía, y alguien dice "adiós"
El perro que le acompaña parece más viejo que él.
¿Has oído? mejor sigamos, aún queda algo de tiempo.
Y algo arde no muy lejos,
acuchillando el tiempo.
Algo empieza no muy lejos,
silenciando sus recuerdos.
Por ahora sólo hay que pasear,
Sentarse y contemplar cómo puede sonar
una canción que nadie ha vuelto a escuchar.
En mi libreta, son las cinco y media.
Son las dos para el hombre de papel.
En su muñeca ya se ha consumido el día,
medía sus horas con cucharadas de miel.
No puedo hablar tan alto,
a nadie le interesa saber qué pienso.
Debes gritar más fuerte,
todavía no saben que te atreves a pensar.
No puedo soñar tan a menudo,
no es de personas sensatas.
Debes ser muy sensata,
y soñar todo el tiempo.
No debo querer tan enserio,
todos juegan al mismo juego.
Debes jugar con el momento,
y podrás hacerlo eterno.
En mi libreta, son las cinco y media.
Son las dos para el hombre de papel.
En su muñeca ya se ha consumido el día,
medía sus horas con cucharadas de miel.
Quién volverá a encerrar todo este sinsentido,
quién recogerá sus pedazos...
Quién trazará los caminos
que lleguen hasta sus brazos.
El eco se inunda de esperanzas,
y una voz desencajada
se refugia en el ayer.
Todos se quejan desde lejos.
Pero nadie... nadie puede apagar el tiempo.
En medio del mundo, (y no el de todos.)
Sólo quiero que se callen,
que dejen de observarme,
que miren, como hasta ahora, hacia otra parte.
Sólo quiero atrapar tus recuerdos,
Al menos, los que yo he conocido.
Ya que nadie, nadie puede apagar el tiempo.
En mi libreta, son las cinco y media.
Son las dos para el hombre de papel.
En su muñeca ya se ha consumido el día,
medía sus horas con cucharadas de miel...
Y, quién sabe, qué hora marcará
este maldito corazón.
María.
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