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sábado, 25 de enero de 2014

Ruido

Se burlan de ti quienes no entienden porqué eres tan extraño. Se ríen de ti quienes no comprenden porque quieres o deseas seguir siendo quien eres. Se ríen de ti quienes les parece gracioso que tu sufras, luches y te mantengas fiel a unos principios minoritarios, ya casi extinguidos. Se ríen de ti quienes no persiguen ser más que lo que la sociedad ha decidido que sean.

Y yo no me declaro diferente, yo no quiero ponerme en un pedestal y afirmar que a diferencia de todos y todas, soy libre. Porque yo también estoy sometida a las reglas, porque yo también me comunico, me contagio y me empapo de todas las cosas malas y buenas de mi juventud. Porque yo no soy diferente; o mejor dicho: yo, como todos, no soy igual que nadie. Porque detrás del escudo, detrás de las redes sociales que nos atrapan, nos etiquetan, nos juzgan... estamos nosotros. Gente extraña y miedosa. Gente que se alimenta de lo que la gente cree de ellos y no de lo que en realidad saben que son. Gente que se disfraza de un personaje popular, y trabaja duro, a diario, por interpretarlo. Nadie escapa de esto, unos más y otros menos, pero todos tenemos miedo y todos hacemos lo que sea por esconderlo.

Pero aún existe algo, algo tan fuerte y auténtico que no podemos disimular. Ese algo que nadie haría tan bien como nosotros: nuestra forma de ver y sentir el mundo. Nuestra forma de acariciar a alguien cuando esta triste, nuestra forma de secarnos las lágrimas y el sonido de nuestra risa, esa que guardamos cuando estamos felices, ya sabéis... la de verdad. La manera en  que miras tu reflejo en las ventanas de los coches. Cómo comes chocolate o cómo le dices a alguien que le quieres. Tú yo auténtico se siente hasta en la forma en la que exhalas un suspiro. Hasta en la forma que tienes de mirar de reojo, de andar de puntillas. Tu autenticidad se te escapa cuando emerge tu sonrisa. El sonido de tus pasos, la forma en la que te evades del mundo, las canciones que tarareas muy bajito, son la prueba indiscutible de que detrás de esa fachada ideal que te creaste algún día, sigues estando tú.

Quizá sea culpa de la literatura o las películas irreales, con todos esos personajes perfectos, con sus vidas perfectas. Quizá el photoshop sea el culpable de ese ideal tétrico y de porcelana que hace que descartemos todas las fotos en los que salgamos siendo nosotros mismos. Pensamos que triunfar es tener una vida con caprichos diarios, tener una personalidad arrolladora e hipnotizante y dárnoslas de que somos diferentes, queriendo demostrar únicamente que somos mejores.

Pero no os preocupéis, como ya he dicho: ser nosotros mismos es inevitable, se nos escapa sin querer. Y a veces ocurre, que nos damos cuenta de que no estamos tan mal en el papel de ser nosotros mismos. Entonces, cuando empiezas a quitarte la máscara que no sabías que tenías, viene alguien a mirarte extraño, a criticar lo que haces y a humillarte. Es en ese momento cuando descubres porqué empezaste a construir esa fachada y porqué te alejaste de ser tu mismo.  Cuándo eso pase, por favor, cree en ti, apuesta por ti. Quiérete.

Siempre va haber alguien encargado de ponértelo difícil, de impedir que persigas tus sueños. Te criticarán, y te harán sentir que no tienes función en el mecanismo del mundo. Coge esos comentarios, y piensa que es ruido. Un ruido que apenas se oirá cuando, siendo tu mismo, te des cuenta de que eres completamente increíble. Haz que los insultos sean tu motor, tu fuerza para demostrar que puedes hacer todo lo que te propongas con la persona más única y esencial del mundo: TÚ.



Para todos aquéllos que cada día tienen menos miedo a ser ellos mismos.

2 comentarios:

Hasta siempre dijo...

¡Qué alegría volver a encontrarte, volver a leerte, volver a sentirte...!
Sigues con alguna que otra falta de ortografía (lo siento, es deformación profesional), pero lo más importante es que sigues siendo tú, mi María. Esa María que nunca ha dejado de ser ella misma, aunque a veces se haya creído que era otra.
Mi María con su LUZ, una luz que se hace más brillante cada día.
Aquí estamos, esperándote, leyéndote. Un beso,
Hasta siempre.

María dijo...

¡¡¡Qué alegría verte de nuevo por aquí!!!
Gracias por aparecer, de algún modo u otro en cualquier etapa de mi vida. Gracias por cada consejo y por creer en mi. Gracias por lo de ayer, por lo de hoy... ¡por lo de siempre!

Besos :)

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