Brisas de esperanza

Hoy ha ocurrido algo extraño.
Después de que viniese el huracán y arrasase con todo, con casi todo, he descubierto que no hay nada nuevo. Quiero decir, no son los mismos problemas, pero siguen existiendo muchos y son lo suficientemente grandes como para impedirme hacer lo que deseo. Pero hoy... ha ocurrido algo extraño, he sentido como la brisa jugaba con mi pelo, cómo se enredaba y me hacía estremecer. Por fin me he dado cuenta de que tenía unas ganas horribles de llorar. Pero no de tristeza, ni de sufrimiento, ni de faltas, sino quería llorar de alivio. Antes sentí que me ahogaba, que algo me tenía atada, pero hoy, he sentido que volvía a respirar... esta vez de verdad. He tomado un soplo de aire fresco y me he puesto a bailar con mi sombra. Hacía mucho tiempo que no sentía que podía volar.

Lo más imposible de todo esto, es que no tengo ningún motivo para esta locura, no tengo motivos para volver a reír a carcajadas ante el cielo gris. ¿Y que más dan los motivos? creo que nunca he estado tan convencida de que la gente que dice que es feliz, miente. La felicidad son pequeños momentos en los que ocurren cosas pequeñas, cómo por ejemplo recordar las palabras olvidadas de un viejo poema que de repente lo significan todo, cómo ver que alguien sonríe gracias a ti o que te dediquen palabras de aliento, esas que te hacen ver que nada es tan malo ni tan bueno como pensabas.

Quizás este viento de esperanza sea efímero, pero mientras tanto, quiero disfrutar de que hoy, estoy aquí, y me siento libre.

(Foto realizada por la autora)

María.