Los atardeceres, las sonrisas.
Me importa mirar al mar y sentir la brisa marina.
Me importa cerrar los ojos cuándo me cubre el viento.
Me gusta encuadrar fotografías.
Y sentir el peso del tiempo.
Me importa seguir escribiendo en caricias,
sentir las manos frías.
Me importa contagiar sonrisas,
provocar bailes con traspiés.
Y dejar que las lágrimas se deslicen,
qué estupidez ahogarlas con papel.
Me importan las farolas que se encienden
y se apagan cuando pasas.
Me importan los señores que saludan
en las plazas.
Me importa ver a la mujer solitaria,
con su café, su libro mirándo desde la ventana.
Me importan el ritmo de las gotas de lluvia
en un día de música.
Me importan los semáforos en rojo.
Me importa el sol cuándo nace,
me importa cuándo muere.
Me importan tus más de diez sonrisas.
Me importa el ruido de unos pasos inconfundibles.
Me importan los abrazos que recomponen los pedazos.
Me importa saber que tengo poco,
y saber que es suficiente.
Me importa cerrar los ojos, sentirme vica.
Me importa saber que ya es diciembre.
Me importa saber que son las 19:12...
que hoy es otro día.
Me importa este momento.
Me importa todo, y sin embargo, no me importa saber que tengo muchísimas motivos para pensar que debo rendirme. Porque lo que realmente me importa es seguir aquí.
Mañana es la consecuencia de este momento.
María.
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